Hablemos de Madre! (2017)

Madre! (2017), dir. Darren Aronofsky

“Entonces dijo Dios: sea la luz. Y hubo luz.” Génesis 1:3

“Madre… Eres tan… Generosa… Me das… Tu preciosa jungla… Lo juro… Tu hijo adoptivo no te defraudará.” Frank Miller – El regreso del Caballero Oscuro

“Oh, belleza,  no te había conocido hasta ahora.” Alan Moore – V de Vendetta

ADVERTENCIA: este artículo contiene spoilers. Si no has visto Madre! y tienes intención de hacerlo, deja de leer.

El próximo 3 de marzo tendrá lugar la ceremonia de los 38º Razzies, que designan a las peores películas y cineastas del año. La última cinta de Darren Aronofsky se encuentra entre las nominadas compitiendo en las categorías de: peor director, peor actriz (Jennifer Lawrence) y peor actor de reparto (Javier Bardem).

Desde su estreno el pasado mes de septiembre, Madre! (2017) no dejaba indiferente a nadie, ya fuera por su hilarante trama o por su macabro tramo final. Enseguida, fue bastante vapuleada por parte de la crítica y del público.

Aronosfky es de sobra conocido por realizar obras que evocan los instintos más básicos y los miedos más profundos de sus personajes. El paradigma que engloba la mayor parte de su filmografía, es siempre el mismo: la autodestrucción a la que es capaz de someterse una persona por una obsesión. Consigue plasmar imágenes perturbadoras que se quedan grabadas en la retina del espectador. Ya lo vimos en Réquiem por un sueño (2000), Cisne negro (2010) o El luchador (2008). En este aspecto, Madre! no es una excepción. No son pocas las personas que tachan a esta película de no tener sentido alguno y, como consecuencia, no dudan en decir que es mediocre.

Que no entiendas algún tipo de obra no significa que esta sea mala per se.

Sinceramente, Madre! ha sido una de las películas que más me ha hecho devanarme los sesos al intentar comprenderla. No es la típica cinta que puedas ver sin más, sacar una moraleja fácil e irte a casa como si nada. Este largometraje no busca darnos una lección sino hacernos reflexionar. Es completamente metafórica. No se centra en un solo tema a la hora de hablarnos. Este film es muchas cosas.

En primer lugar es una granada de mano a todas las religiones, sobre todo a la cristiana. Cuestiona el dogma establecido y hace replantearse los cimientos sobre los que se sostiene la fe católica. El personaje de Bardem (Él) es tratado como una entidad divina por todos sus seguidores. Un líder en el que depositar toda esperanza y al que seguir fielmente. Cerca del final, cuando Él entrega su hijo recién nacido a sus acólitos, estos comen la carne y beben la sangre del pequeño, una macabra representación de la eucaristía. El mensaje llega, pero habría agradecido algo más de sutileza por parte de Aronofsky. Hay más referencias a la Biblia, como es el caso del personaje del médico (Ed Harris) y su mujer (Michelle Pfeiffer) que representan a Adán y Eva. De hecho, ella no aparece hasta que vemos al médico con una herida en el costado. Los hijos de estos, serían Caín y Abel, paralelismo que queda patente una vez que uno mata al otro. El director muestra la histeria colectiva que puede generar este tipo de pensamientos, nuestra búsqueda insaciable de respuestas, de salvación...

En segundo plano podríamos decir que se trata de una obra que pretende realizar una llamada de atención sobre lo que le estamos haciendo al planeta. Madre (Jennifer Lawrence) representa a la naturaleza. La casa es el planeta Tierra. Ella la cuida con esmero y se la entrega a la humanidad. Pero estos desprecian su regalo. En una escena podemos ver como el fregadero de la cocina se rompe y causa una inundación. Seguidamente, los invasores abandonan la casa por orden de Madre. Esto podría interpretarse como un desastre natural o como otra referencia a la Biblia, el diluvio universal. Aronofsky no desaprovecha la ocasión de criticar el comportamiento de la humanidad con respecto a la preservación de nuestro entorno. En momentos posteriores a la visceral matanza del niño, el personaje de Lawrence es maltratado por todos sin contemplaciones. El incendio del final, provocado por Madre con un tanque de petróleo, no podría ser más explícito.

Existe la posibilidad de que esto sean simples suposiciones y Aronofsky únicamente está volviendo a trabajar sobre la misma idea que en casi toda su carrera, la autodestrucción por una obsesión. Pero, esta vez ha dado un giro al concepto. Normalmente el director muestra como las obsesiones nos pueden destruir a nosotros mismos. En esta ocasión, vemos como nosotros podemos salir impunes, pero los perjudicados podrían ser nuestros seres queridos. Vemos al personaje de Bardem volcado en la escritura de su nuevo libro hasta el punto de que descuida todo lo demás y acaba perdiendo a su mujer y a su hijo. Sin embargo, alcanza la fama. En esta perspectiva, Madre sería su musa, la inspiración del poeta, dando una interpretación más ligada al arte de los eventos de la película. Una vez que comprende que él no la ama, llega a la conclusión de que no puede hacer más. “Te lo he dado todo, ya no me queda nada más.”

Estos tres temas, religión, naturaleza y arte, son los principales. Aún así, hay otros elementos en la ecuación. Recordad una de las escenas en la cocina. Madre es abordada por un completo desconocido que comienza a coquetear con ella. Lo rechaza una y otra vez de forma educada, hasta que el hombre se cansa y se larga no sin antes llamarla cariñosamente "guarra". ¿Os suena de algo? ¿Cuántas chicas habéis pasado por una situación semejante o conocéis a alguien qué haya vivido algo así? De hecho, me atrevo a decir que otro punto de interés de la cinta es sacar a relucir el papel que han ocupado las mujeres en la historia. Nadie se preocupa por lo que Madre desea. La ven como una simple esposa que debe cumplir las expectativas que se esperan de su rol femenino. También ocurre con el personaje de Michelle Pfeiffer, aunque en menor medida. Ni siquiera a su propio marido parece importarle. Ella se encarga de mantener la casa y de hacer todo el trabajo. Es más, la relación entre ambos me resulta bastante tóxica.

No soy de los que definen a Madre! como una obra maestra pero tampoco de los que rasgan las vestiduras cada vez que la oyen nombrar. Se disfruta viéndola, sobre todo después de la primera media hora que puede hacerse soporífera, más aún si os gusta que os mantengan en tensión constante, una de las especialidades de Aronofsky.

Poco más que añadir. Veo injustas las nominaciones a los Razzies del director y ambos actores protagonistas. Las interpretaciones me parecen magníficas. El trabajo con las cámaras es de los mejores que he visto recientemente. Seguimos constantemente al personaje de Lawrence en un plano secuencia. No nos separamos de ella en ningún momento de la película. Esto consigue que se empatice con ella casi de forma inconsciente. 

En definitiva, Madre! puede variar según la perspectiva de quien la ve. Como dice el personaje de Bardem durante la cinta: "Todos los entienden, pero cada uno lo hace de forma distinta". 

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